Una lección importante que debemos aprender en la vida es que nada de lo que tenemos, es nuestro. En parte estoy hablando en sentido figurado e idealizado, y en parte en sentido práctico, realista.
Cualquier cosa que podamos tener en este momento, no es nuestra. En cualquier momento puede desaparecer, por una infinidad de razones. Y muchas veces no hay nada que podamos hacer para recuperarla.
Caso trivial? Las cosas que hemos pagado con deuda. Podemos tener una casa, pero si la tenemos gracias a un préstamo que aún estamos pagando, en realidad somos huéspedes en una casa alquilada. Si tenemos un automóvil que obtuvimos mediante un préstamo, similarmente, estamos alquilando un automóvil.
Y aunque hayamos terminado ya de pagar todas las cuotas del préstamo, aunque tengamos en nuestras manos la escritura de nuestra casa, no es nuestra.
Creen que sí? La sabiduría acumulada de todos aquellos que han pasado por un divorcio, dice lo contrario. O de todos aquellos que les ha tocado enfrentar las consecuencias de un incendio o una inundación les confirmarán que por más que lo crean, nada es realmente de uno.
Su teléfono celular? La camisa sobre su espalda? Prueben caminar por la acera equivocada en el momento equivocado, y verán que en cuestión de unos segundos ya no es de ustedes.
Todo lo que tienen en realidad es del mundo que los rodea. Y en cualquier momento el mundo que los rodea puede llegar a reclamarlo. Eso no hay que olvidarlo nunca.
El budismo, que es una creencia que tiene un componente fuerte de minimalismo, tiene una teoría interesante respecto a lo material: lo material trae sufrimiento. O más bien el deseo de lo material trae sufrimiento.
Si uno lo analiza tiene sentido: cuántas cosas queremos, que realmente no nos hacen falta? Y cuánto sufrimiento nos ocasiona el no poder tenerlas? Y las cosas que tenemos, cuánto sufrimiento nos ocasiona pensar que algún día podría llegar a cumplirse que ya no las tengamos?
No significa, por supuesto, que tengamos que convertirnos en monjes minimalistas y dejar atrás todas las posesiones materiales. Porque ese escenario no le va a funcionar a la gran mayoría de la gente. Pero sí tenemos que entender que lo que tenemos, es simplemente prestado. Puede que se quede con nosotros por el resto de la vida, puede que mañana mismo haya desparecido. Y tenemos que aceptar eso, como la realidad de la vida que vivimos: el cambio es la única constante.
Una vez que lo aceptamos, la vida se hace un poco más fácil de llevar.
Solo hay una excepción a la regla. Lo único en este mundo que no desaparece son las experiencias y conocimientos que llevamos con nosotros.
Y por eso, siempre debemos preferirlos a las cosas materiales. Porque las experiencias, son para siempre.
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