Todos hemos escuchado la expresión «vivir el momento» o «vivir el presente». Es un cliché de esos que se usan a cada rato, especialmente si frecuentamos el mundo de la autoayuda y cosas por el estilo.
Pero a pesar de ser un cliché muy utilizado, no deja de tener cierto sentido. Quizás el asunto es que nunca nos han explicado concretamente qué significa «vivir el momento», y por qué es importante.
El caos de todos los días
El mundo está lleno de estímulos, y nuestra mente no está hecha para procesarlos todos. A través de miles de años hemos desarrollado lo que se llama atención selectiva: nuestro cerebro recibe toda la información del mundo que nos rodea, y descarta el 98% que no tiene importancia.
Al mismo tiempo, nuestra mente está vigilando el entorno en el que vivimos, para detectar cosas que merezcan nuestra atención. El detalle es que lo hace con las cosas que tenemos al frente, y también con las cosas que simplemente tenemos flotando ahí adentro. Y a veces, eso causa problemas.
Cuando nuestra mente nos pone a correr sin razón
Esas dos funciones pueden salirse de control. Cuando es demasiada y muy compleja la información que nos rodea, nuestra mente empieza a reaccionar más allá de lo que debería.
Y nos “salimos del momento”. Comenzamos a vivir en un mundo de peligros y crisis imaginarios, pensando en lo que vendrá, en todo lo que tenemos que hacer, en todo lo que puede salir mal. Ignorando por completo lo que tenemos al frente, aquí y ahora.
Es normal que ocurra. Después de todo esas crisis que tenemos en la mente pueden ser peligros reales, y son amenazas mucho más grandes que lo que podemos tener al frente. Nuestro cerebro va a enfocar nuestra atención en las crisis, primero.
Y con los años aprendemos a vivir de crisis en crisis, a enfocarnos en las preocupaciones y problemas, e ignorar todo lo bueno que tenemos frente a nosotros. Vivimos todo el día huyendo de sombras futuras y peleando contra enemigos imaginarios. Y cuando hacemos eso las preocupaciones se vuelven el centro de nuestra vida, y las cosas buenas, quedan ignoradas y en el olvido.
Por eso tenemos que vivir el presente
Qué ocurre si dejamos de perseguir cosas imaginarias, que existen solo en nuestro cerebro, y prestamos atención a lo que tenemos al frente? Si nos tomamos el tiempo para hacer a un lado todo eso que “podría” ocurrir en un futuro, y centrarnos en lo que está ocurriendo ahora?
Les voy a decir qué ocurre: vivimos mejor. Comenzamos a prestarle más atención a lo que estamos haciendo, y comenzamos a descubrir pequeños detalles y felicidades que mejoran nuestra experiencia diaria. Dejamos de ignorar a las personas, y nos entendemos mejor. Realmente atendemos las situaciones, en vez de sentirnos perdidos en ellas y terminar ignorándolas.
No tiene nada malo la visión a futuro. Es un ejercicio que tenemos que hacer siempre. Pero una cosa es hacer el ejercicio de visión a futuro, y otra muy diferente es pasarnos viviendo en un futuro, que ni siquiera ha llegado.
Cambie su forma de pensar. Aprenda a estar concentrado en el presente: aquí, ahora. Preste atención a lo que tiene en frente, y a todos esos pequeños detalles que comúnmente ignora.
Dedique tiempo todos los días a planificar el futuro, y analizar las cosas que están por venir. Y dedique tiempo todos los días a analizar lo que ocurrió, y las lecciones que le deja. Pero manténgalo en eso: un ejercicio que realiza, en un momento dado.
Haga recorridos por el futuro, haga recorridos por el pasado. Pero no olvide nunca regresar a su vida en el presente. El pasado y el futuro existen en su mente. El presente existe en el mundo real.
Minimalismo mental: viva el ahora
- Ancle su mente: antes de hacer cualquier cosa, piense en qué es lo que va a hacer y por qué. Si va a conversar con alguien, piense en ello unos instantes. Si va a comer, piense en ello. Y acepte que su atención tiene que estar ahí: en el momento, y no en otros lados.
- Medite. La meditación es un ejercicio que silencia su mente, y lo hace poner atención a lo que lo rodea. Practíquela durante 10 o 20 minutos todos los días.
- Respire. Deténgase, y respire profundo 3 o 4 veces. Inhale lentamente, lo más que pueda, exhale lentamente, lo más que pueda. Concéntrese solamente en su respiración, todo lo demás ignórelo. Este ejercicio lo devolverá al presente cuando haya perdido el rumbo.
- Observe los pequeños detalles. Practique observar los pequeños detalles en todo lo que hace: el sonido del teclado cuando escribe, la sensación de la tela de su camisa, las pequeñas formas y detalles que tienen las letras en su pantalla. Buscar esos pequeños detalles mejora su concentración y le ayuda a evitar que su mente salga corriendo hacia otros pensamientos.
- Detenga su tren de pensamiento cuando se pierda. Recuerde que usted está en control. Cuando note que su mente se descontroló, y está comenzando a lanzarle problemas y preocupaciones futuros, deténgala. Silencie su mente y oblíguela a volver al presente usando la técnica de respirar, o de meditar.
- Planifique y reflexione. Dedique tiempo todos los días a planificar el futuro, y a reflexionar del pasado. Una hora o media hora todos los días. Tener ese espacio fijo de reflexión todos los días, evitará que su mente esté saltando de preocupación en preocupación el día entero.
- Organice su información. Pruebe una técnica como GTD para organizar todo lo que tiene que hacer. Sacar de su mente toda la información innecesaria evita que esté pensando y recordando cosas que no tienen relevancia en el momento.
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