Ya no está tan nervioso como al inicio, verdad? Lo complicado del minimalismo es dar ese primer paso, y entender que podemos deshacernos de cosas sin provocar un colapso en nuestras vidas.
La técnica que aprendimos, de enfocarnos en la felicidad (o ausencia de felicidad) que nos dan los objetos se llama el método Konmari. Konmari es un método derivado del minimalismo, que es muy bueno para dar los primeros pasos. Porque es muy simple, y claro: blanco y negro. Nos sirve, o no nos sirve. La guía definitiva del método Konmari es el libro La Magia del Orden, que pueden explorar si quieren saber más respecto a este método. No olviden también leer mis notas respecto a Konmari, para tener un mejor conocimiento de este método.
Un concepto que se aprende en Konmari, es la gratitud. La gratitud es algo muy importante en nuestras vidas, es reconocer que alguien (o algo) nos aportó valor, y sin ese aporte no podríamos haber logrado, lo que logramos. Muchas veces nos olvidamos de ese concepto, y por eso se nos vuelve difícil tomar acciones. Lo veo mucho cuando la gente tiene que deshacerse de las cosas: no lo logran porque tienen un apego extraño, un sentimiento de obligación hacia esas cosas.
Konmari nos da una solución para esos casos, basada en la gratitud. En reconocer también que esas cosas nos aportaron felicidad y valor, y agradecerles su aporte. Si, también podemos agradecerle a las cosas, porque la gratitud existe dentro de nosotros. No estamos hablándole a una maceta, como algún loco: estamos reconociendo el esfuerzo de todas las personas que hicieron posible esa maceta, y que hicieron posible que nos trajera felicidad durante algún tiempo. Nuestra gratitud hacia un objeto, es un tributo a todo el esfuerzo que lo hizo llegar a nuestras vidas.
Y con ese tributo al esfuerzo de muchos, podemos dejar ir el objeto, cuando ya no cumple su propósito. Y el tributo lo podemos continuar, aportando ese objeto a alguien que pueda sacarle mejor provecho.
Por supuesto, la gratitud hacia las personas es importante, mucho más importante que la gratitud hacia los objetos. Pero de ese tema ya sabemos bastante, cierto? Quizás lo que nos hace falta es expresarlo concientemente, más a menudo. Porque «gracias» se ha convertido en un signo más de puntuación. Ahora es parte de la firma de un correo electrónico cualquiera, o la respuesta default a cualquier mensaje de texto. Lo lanzamos por todas partes, sin pensar un segundo en lo que significa.
Cuando «gracias» lo convertimos en un signo de puntuación, deja de tener sentido. Y muchas veces eso nos mete en problemas: internamente, y externamente.
Una ley fundamental del minimalismo, es que la gente aporta un valor infinito a nuestras vidas. Mucho más de lo que aporta cualquier objeto material. Con miles de pequeñas acciones todos los días, los demás hacen posible la experiencia que tenemos a diario. Y la mayoría lo hacen sin esperar nada a cambio, y sin pensar en que están haciendo posible muchas cosas en nuestra vida.
Convierta el «gracias», en «gracias, porque…». Esa palabra «porque» hará que usted reflexione acerca de todo lo que está recibiendo. «Gracias» ya no será un signo de puntuación, sino que tendrá un sentido verdadero y una razón de ser.
Paso 3, reconocer el aporte de la gente. Concientemente, exprese su gratitud hacia alguien hoy. Preferiblemente hacia alguien que no se lo esperaría. En su trabajo, en su lugar de estudio, hay mucha gente a su alrededor que le aporta mucho a diario. Agradézcalo concientemente, recuerde tener claro el «por qué». Y nada de tarjetas, nada de regalos, nada de caritas virtuales en Facebook: esas son salidas fáciles para evadir la gratitud, que nos han metido en la cabeza. Hoy debemos aprender que ningún objeto «de aprecio», vale tanto como un simple mensaje que demos en persona.
Y en este paso, no vamos a poner límites: hágalo con una persona, con cinco, con diez, o con todas las que se encuentra de camino. Porque la gratitud es algo que se multiplica, entre más la repartamos.