En nuestro camino hacia el minimalismo, ya hemos aprendido mucho acerca de cómo manejar los objetos que tenemos, para que no nos terminen controlando. En los pasos anteriores, aprendimos la importancia de deshacernos de ropa y objetos que ya no estamos usando, de papeles e información que no sirve ningún propósito, y además aprendimos la importancia de no seguir consumiendo, debemos aprender a vivir mejor con menos cosas.
Hablemos ahora de otro paso hacia el minimalismo que todos debemos dar y que quizás es uno de los más complicados: aplicar nuestra filosofía minimalista a las personas.
A muchos los sorprende escuchar la idea de aplicar minimalismo a las personas, como si fueran objetos que podemos desechar. Por supuesto, esa no es la idea. Una persona no es equivalente a un objeto. Pero tenemos que entender que las personas también influyen en nuestra vida, ya sea para aportarnos valor o para quitarlo.
Nuestro objetivo debería ser dedicarnos a aquellas personas que realmente nos aportan valor, y minimizar el tiempo que pasamos en compañía de gente que no nos aporta mucho.
La gente que no aporta valor a nuestra vida, no es mala, ni están equivocados en su rumbo. En muchos casos es solo que tienen intereses y valores que no están alineados con los nuestros. Y cuando nos juntamos, terminamos en una situación donde no se construye nada en conjunto, y más bien nos restamos calidad de vida mutuamente.
Quizás en otra etapa de nuestra vida nuestros objetivos e intereses sí alineaban, pero con el tiempo, fue cambiando eso. El cambio es la única constante en nuestra vida. Es normal, nada es para siempre. Ni siquiera las personas.
En estos casos tenemos que saber identificar que estamos en una situación que no nos beneficia, y buscar la manera de corregirlo. Eso puede implicar una conversación con la otra persona, para alinearnos y trabajar en conjunto, o en algunos casos separar esa persona de nuestra vida. Es algo difícil de considerar, pero que tenemos que evaluarlo constantemente. Hay que aceptar que en esta vida hay personas con las cuales nos llevamos y personas con las cuales no los llevamos. Todos somos diferentes y cada quien elige su vida, a su manera.
Nos toca ahora evaluar cada persona en la que estamos invirtiendo nuestra vida, y decidir quienes aportan algo valioso y quiénes no. Y debemos actuar para que nuestro tiempo se invierta en las personas que nos aportan cosas positivas, y a quienes les podemos aportar cosas positivas.
Quizás haya algunos casos donde no podamos separar gente de nuestra vida. Nuestra familia, por ejemplo, es uno de esos casos. En nuestro trabajo tampoco podemos esperar que todos se amolden a nuestros parámetros. Pero si podemos encontrar estrategias en común, que nos sirvan para coexistir, de la forma más provechosa para todos.
Las personas son el factor común que vamos a encontrar cualquier día, a cualquier hora en nuestra vida. Existen siempre a nuestro alrededor y siempre tenemos que interactuar con ellas. Por ese motivo las personas son algo que tiene muchísima influencia en nuestra vida, y que pueden hacer o deshacernos muy fácilmente.
Igual a como sucedió con nuestras pertenencias, lo que no está aportando a nuestra vida, tenemos que cambiarlo, limitarlo o separarlo. Especialmente si ese algo es una persona.