El Pabellón de Vidrio de Steve Hermann es una casa en Montecito, California. Hermann la ha llamado “la casa más minimalista jamás construida”. Una afirmación algo temeraria, si vemos los pormenores de esta obra.
La casa tiene dos niveles y 1.290 metros cuadrados de área. Fue concebida por Steve Hermann como su vivienda personal, pero en realidad nunca vivió en ella. A los pocos meses de iniciada la construcción, Hermann decidió ponerla en venta, nada más y nada menos que por $35 millones. Nadie la quiso comprar a ese precio, por lo que fue rebajada a $24 millones, precio en el que aparentemente fue vendida según el sitio web.
Por qué el Pabellón de Vidrio de Hermann no es minimalismo
La casa evidentemente está inspirada en la casa de vidrio de Philip Johnson y en la casa Farnsworth de Mies van der Rohe. La línea es exactamente la misma: un panel gigante vidrio en sándwich, entre dos volúmenes de concreto. Pero a diferencia de la casa de vidrio de Philip Johnson, el Pabellón de Vidrio tiene un nivel subterráneo, que se utiliza como garaje para la colección de autos antiguos que tiene Hermann.
Muchos la clasificarán como un diseño minimalista, pero yo me aparto de ese grupo. No creo que la casa tenga mucho de arquitectura minimalista, aparte del hecho de que carece de fachadas porque las ha reemplazado por vidrio.
Basta con ver los acabados interiores de la vivienda para darse cuenta que en definitiva aquí no existe mayor tendencia de la arquitectura minimalista. El diseño interno es complicado, la iluminación es complicada, y más bien se tiende a maximizar todo, en vez de reducir.
Los acabados combinan todo una gama complicadísima de texturas y colores, muy bien combinada, pero sumamente compleja. La casa no se entiende de una forma tan directa y simple como las obras de Philip Johnson o Mies van der Rohe. Los muebles elegidos por Steve Hermann para decorar esta vivienda son también complicados y elaborados, y no se prestan para nada a una interpretación minimalista. Solo ver los sillones de la sala, con ese diseño tipo burbuja/caja de chocolates, hace que me dé dolor de cabeza.
El uso de las chimeneas lineales me parece hasta cierto punto excesivo, y orientado a crear atractivos visuales en todas partes, sin mayor utilidad. Los fire pit gigantes del patio, aunque me parecen una idea fabulosa, tampoco hablan mucho de un diseño minimalista.
Quizás el único espacio que remotamente podría llamarse minimalista es la cocina, con sus muebles lisos y las paredes sin mayor detalle, combinadas con un piso blanco. De seguro este espacio sirve bien como un descanso, después de haber pasado por toda la complicación de acabados del resto de la vivienda.
Aunque el Pabellón de Vidrio de Steve Hermann es realmente es una vivienda espectacular, y con un diseño muy atractivo, definitivamente no podemos llamarla arquitectura minimalista. Es más una construcción modernista, que trata de imitar los estilos de íconos minimalistas. En sí la vivienda se aleja totalmente de los conceptos de reducir a lo esencial, y más bien apunta a meter la mayor cantidad de lujos en el menor espacio posible, agreguen o no valor al usuario final. Y si sumamos a lo anterior que el nombre tampoco es original, sino que Hermann lo tomó prestado de un edificio de Bruno Taut, en definitiva no podemos darle mayor crédito como edificación minimalista. Si es un bonito eye candy para tener por ahí, pero minimalismo arquitectónico? Mejor suerte a la próxima.