Es una reflexión muy interesante la que hay en torno a la pregunta, hay que reponer las cosas cuando se dañan? Cuando se desgastan, cuando ya no pueden cumplir su función por algún motivo, qué hacemos, salimos y compramos otra?
Nos guste o no, actualmente vivimos en una sociedad de productos desechables, y cuya vida es limitada. No hay nada más cierto que la frase de que “las cosas ya no las hacen como antes”. Y no las hacen como antes a propósito: todo es con la intención de que nos veamos obligados a comprar otro, más a menudo.
Recuerdo el primer televisor que tuve, un Trinitron de Sony de los cuadrados, que duró cerca de 20 años. Y no fue por falta de uso que duró tanto: ese televisor pasaba encendido largas horas, todos los días de la semana. Y luego recibió aún más horas de uso cuando se inventaron las consolas de videojuegos.
Al final, lo terminé cambiando porque llegaron los dispositivos HDMI, y ya no había forma práctica de seguirlo manteniendo.
Algo parecido me ocurrió con el primer celular que tuve, un Nokia 6120. Lo tuve que cambiar porque ya la tecnología que usaba fue cambiada por la compañía de teléfonos. Pero si no hubiera sido por eso, probablemente estaría operando todavía.
Comparen eso con las “pantallas planas” de ahora, que se decoloran a los 2 meses, o los celulares que no duran 6 meses antes de devolverse al taller. Y mejor ni hablar de la ropa, que si a los 3 meses no ha perdido color o un botón, de todos modos “hay que cambiarla” porque está “fuera de temporada”.
Por qué las cosas duran tan poco?
Al inicio la gente pensaba que las cosas duran poco por temas de mal uso o falta de cuidado. Pero poco a poco, nos hemos dado cuenta que en realidad es más un tema de fabricación que un tema del usuario. Simplemente en este mundo las empresas y las fábricas se han hecho demasiado grandes, y para poder mantenerse a flote, tienen que mantener produciendo la máquina.
Y eso significa hacer productos muchas veces diseñados intencionalmente para fallar, con el fin de que la gente siga comprando. O simplemente hacer teléfonos celulares sin conector de audífonos, para obligar a la gente a comprar un par de audífonos inalámbricos.
Realmente tenemos que reponer las cosas?
Cuando uno se da cuenta del problema ambiental que está generando todo este tema de la mala calidad de las cosas, es donde reflexionar acerca de si realmente vale la pena seguir reponiendo. Basta con ver la cantidad de basura electrónica, basura automotriz y basura textil qué nos está generando esta tendencia todos los años.
En muchas ocasiones reponemos un producto simplemente por costumbre: nos han enseñado a hacerlo, porque en toda casa tiene que haber un televisor, sillones, todos ocupamos un celular, hay que tener juego de comedor, qué sería de nosotros sin un equipo de sonido, lavadora de platos, licuadora de alimentos, licuadora de frutas, licuadora de lácteos, licuadora de mano…
Cuántas de esas son necesidades reales en nuestra vida, y cuántas son necesidades creadas, que alguien nos han ido metiendo en la cabeza?
Cuántas de esas cosas, de hecho, ni siquiera nos dimos cuenta de que fallaron? Fallaron hace 3 meses seguro, y hoy por pura curiosidad fuimos a encenderlas y no funcionaron. Y ni falta hicieron!
Siempre antes de actualizar o reponer algo dañado, desde un adorno hasta un automóvil, deberíamos darnos tiempo para hacer un análisis respecto a esa cosa.
Qué tan real es la necesidad que tenemos de sustituirlo o de actualizarlo? El dispositivo se nos descompuso porque lo usamos tanto que ya no pudo, o se descompuso por estar guardado meses y meses en una gaveta sin uso?
Podemos reparar? Recuerdo un horno tostador electrónico nuevo que tuve, que a los 2 meses dejó de funcionar. Lo llevé a un taller del barrio (no al taller “autorizado” donde me habrían dicho “compre otro”), y resulta que ya habían visto varios así. El arreglo era cambiar los botones, y al día siguiente ya tenía horno tostador de nuevo.
Qué pasa si no compramos otro? Si resulta que no se puede reparar el dispositivo, qué pasa si simplemente no compramos otro? Si esperamos algunas semanas o meses, a ver si realmente nos hace falta? Puede que encontremos que existe alguna manera de conseguir un dispositivo similar prestado o alquilado, las pocas veces que lo lleguemos a ocupar. En muchas comunidades, de hecho, existen bibliotecas de objetos donde se tienen y prestan dispositivos que son de uso poco frecuente, para que la gente no tenga que andar comprando cosas que nunca llega a usar.
O si definitivamente tenemos que reemplazarlo, debemos ser cuidadosos en la elección de un reemplazo. Los fabricantes siempre nos van a tratar de vender el modelo más reciente y elaborado, con un montón de funciones que generalmente no ocupamos. Es todo un arte elegir el reemplazo para algo, porque el punto ideal es aquél en donde obtenemos algo que llena nuestras necesidades, sin haber gastado una fortuna en el modelo más grande, más elaborado y más caro.
Al reemplazar algo, no olviden la posibilidad de cosas multifuncionales. Hay muchas cosas que cumplen múltiples funciones, y aunque es cierto que no las cumplen tan eficientemente como algo exclusivamente dedicado a un fin específico, esa “pérdida” de eficiencia muchas veces es manejable, y el beneficio que obtenemos al hacer varias cosas con el mismo aparato, hace que valga la pena.
Y por supuesto, no olviden la posibilidad de comprar usado! Muchas veces podemos encontrar el mismo dispositivo que se nos dañó usado en alguna parte, o un reemplazo adecuado, y podemos ahorrarnos algo de dinero y generar menos basura para el planeta. Algo que se compra usado, es un dispositivo menos que va a salir de las fábricas, y un dispositivo menos que eventualmente terminará en un almacén de desechos!