En otras ocasiones hemos hablado de lo importante que es estandarizar ciertas cosas y rutinas de nuestra vida. Hay que formar hábitos, hacer las cosas repetibles, y en general quitarnos de encima muchas pequeñas decisiones y problemas que nos generan estrés, y que podemos pasar por alto sin mayor consecuencia. Así podemos concentrarnos en las cosas verdaderamente importantes.
Pues en esta ocasión, voy a darle vuelta un poco a ese criterio. Porque aunque es cierto que establecer rutinas y hábitos es importante, y nos permite simplificar nuestra vida, tampoco es bueno que nuestra vida se convierta en solo en rutinas y hábitos.
Nuestra vida tampoco debe ser una constante eterna, que nos aburra y nos agobie.
La rutina en exceso y los hábitos sin control, disminuyen nuestra creatividad y limitan la atención que ponemos al as cosas. Notamos menos los pequeños detalles que tenemos a nuestro alrededor cuando todo se mueve igual. Nuestro cerebro aprende a trabajar en piloto automático, y como ya sabe que sucederá en todo momento, baja la guardia.
Sí sabemos que de 9 a 10 de la mañana siempre tenemos la misma reunión con la misma persona, que dice las mismas cosas, no hay razón para estar haciendo un esfuerzo mental registrando todos los pequeños detalles, piensa nuestro cerebro.
La rutina y los hábitos son relajantes, pero con el tiempo aburren. Es como si encontráramos una silla cómoda en nuestra sala, y decidiéramos pasar sentados allí el resto de nuestras vidas. Las primeras semanas sería muy agradable, y nos ayudaría mucho a sentirnos bien. Pero con el tiempo se va a tornar aburrido, estresante, y rápidamente estaremos buscando alternativas para no estar todo el tiempo en la misma silla.
La solución son las pequeñas variaciones
Cuál es la solución a este problema? Hacer pequeñas variaciones y cambios en nuestras rutinas. Pequeños cambios que eviten ese carácter rutinario y constante. Las pequeñas variaciones y cambios nos van a hacer ver cosas nuevas, y van a ejercitar nuestra atención al detalle.
Tomar una ruta diferente al trabajo, comer en un restaurante diferente, practicar un ejercicio que nunca ha intentado. Leer a un autor que normalmente ni piense en leer. Visitar otro departamento en el trabajo, hablar con un vecino con quien antes no haya hablado. Buscar un parque diferente para ir los fines de semana, no comprar el mismo café de siempre.. o cambiar por completo a otra bebida que no sea café durante algunos días.
Pequeñas variaciones, pequeños cambios, nada drásticos. Esa es la clave. Los cambios drásticos requieren mucho esfuerzo mental y físico, y rápidamente nos agotan nuestra paciencia. Lo mejor son pequeños pasos, pequeños cambios que nos resulten manejables. Así hay que introducir variación en nuestra rutina.
En algún momento había mencionado que no soy aficionado a las resoluciones de año nuevo. En parte, es por eso: cambios demasiado grandes, demasiado tediosos. Que lo digan todos los que han pagado una membresía en un gimnasio en enero, para no volver después de dos semanas.
Yo prefiero hacer ese tipo de pequeñas cosas, que gradualmente me vayan llevando hacia las grandes metas. Salgo a caminar 10 minutos al almuerzo, voy al trabajo en bicicleta un par de días. Luego camino un poco más, y aumento un día más la bicicleta. Y así voy, introduciendo poco a poco el cambio, hasta que finalmente tengo el ánimo e impulso para llegar a aprovechar la membresía en el gimnasio.
Y no solo me llevan hacia las grandes metas, sino que esas pequeñas cosas hacen más variada mi rutina, y no permiten que se vuelva aburrida.
Busque pequeños cambios que pueda hacer en su rutina diaria, y que la hagan un poco más variada. Si en algún momento siente que todos los días se están convirtiendo en la misma cosa, pruebe esta estrategia! Cambie algo pequeño, algún tiempo después cambie otra cosa. Siga así introduciendo nuevos y pequeños detalles, hasta que sienta nuevamente qué ha regresado ese dinamismo a su vida.
Y mejor aún si esos pequeños cambios los piensa como una estrategia, para irse acercando cada vez más a una meta grande que se haya propuesto.
Recuerde que el viaje de mil kilómetros, en realidad son un montón de pequeños pasos!