Bueno, mes y medio desde que empezó el 2018! Cómo van esas resoluciones de año nuevo? Olvidadas?
No se sientan mal. De hecho, yo no tuve resoluciones para este 2018.
Por qué no me gustan las resoluciones de año nuevo?
Yo no tiendo a ser muy amigo de las resoluciones de año nuevo. De hecho ya tengo más de una década en que no me siento en los primeros días del año hacer resoluciones o listas de metas, que tenga que cumplir en los próximos 12 meses.
Principalmente, es porque el inicio de un año no es precisamente el momento más natural para establecer nuevos proyectos y nuevas metas. Generalmente diciembre es uno de los meses más complicados para todo el mundo: un mes corto, donde en el trabajo tenemos poco tiempo para completar todo lo que tenemos pendiente. A eso tenemos que sumar las celebraciones, las reuniones, y los viajes a la playa, y… ya para el 15 de diciembre se nos quedaron muchos objetivos personales y asuntos personales sin atender.
Cuando volvemos en enero, siempre estamos corriendo para retomar todas las cosas que nos quedaron pendientes del año anterior. Con todo eso encima, quién quiere ponerse a pensar en que tiene que hacer una lista de metas completamente nuevas para cumplir, y tiene que tomar la decisión de qué hacer con todas esas cosas que le quedaron pendientes del año pasado?
El calendario se mueve por años, pero nuestras vidas no se mueven por años. Así como tampoco lo hacen nuestros proyectos personales y de trabajo.
Cuándo es el mejor momento para fijar nuevas metas?
Yo encuentro que es mejor estrategia moverse por el flujo natural que tienen nuestras vidas. Lo que mucha gente llama las “etapas” o “ciclos” de nuestra vida. Es un concepto un poco abstracto, y cada quien lo entiende un poco a su manera. Pero al final, es mucho mejor fijarnos en qué está haciendo nuestra vida, que en un calendario para fijarnos metas.
Hay épocas en nuestra vida, en donde nos damos cuenta que las cosas que hacemos ya no son tan relevantes, y es hora de buscar nuevos caminos. En algún momento nos dimos cuenta que ver dibujos animados los sábados por la mañana no nos estaba aportando mayor cosa. En otro momento, nos dimos cuenta que la gente con la que solíamos pasar el tiempo libre en el colegio, aunque nos seguía siendo importante, no era nuestro foco de atención.
Trabajos? Puestos en la empresa? Ahí abundan esos “cierres de ciclo”. Cuando nos damos cuenta que no queremos seguir en lo mismo por el resto de nuestras vidas, y llegó la hora de buscar nuevos rumbos.
A eso me refiero cuando hablo de las etapas de nuestra vida. Esos momentos en donde sentimos la necesidad de cambio, o nos damos cuenta que las cosas están cambiando a nuestro alrededor, son los momentos ideales para ver qué nuevas metas y proyectos nos fijamos.
También el momento de fijar nuevas metas puede ser en un instante de pequeño cambio, no siempre tiene que ser en momentos de cambio drástico. Algo tan simple como que terminemos una asignación grande en el trabajo, o un proyecto momentáneo en nuestra vida puede indicarnos posibilidad de fijarnos nuevos rumbos.
Y lo importante es que no importa si es un primero de enero o un primero de septiembre.
Cómo saber cuándo llegó la hora cambiar nuestras metas
Para poder identificar claramente cuando es que estamos llegando a uno de esos puntos de cambio, lo mejor es tomarnos el tiempo de vez en cuando, para alejarnos de la rutina que llevamos. Tiempo para reflexionar un poco acerca de qué estamos persiguiendo, y qué estamos logrando en nuestra vida.
Es importante alejarnos un poco del ruido de nuestro día a día, y poder reflexionar con perspectiva y sin prejuicios. Darnos el tiempo y el espacio para realmente ver y cuestionar todo lo que estamos haciendo.
Semanal? Mensual? Diario? No hay una regla. Depende de qué tan constantes sean nuestras rutinas y nuestros hábitos. La gente que tiene una rutina poco cambiante y más tranquila encontrará que su vida y proyectos suelen moverse por ciclos de meses, o años. Mientras que los que están inmersos en rutinas muy dinámicas, donde pasa mucho todos los días, encontrarán que en cuestión de unas horas, su mundo puede darse vuelta por completo!
Hay que reflexionar acerca de si todas esas cosas que estamos haciendo, nos están permitiendo acercarnos a algún objetivo que perseguimos. Puede que nos demos cuenta durante alguna de nuestras reflexiones, que hay algo que no nos está aportando mayor cosa, y tenemos que dejarlo a un lado. Es algo normal que le sucede a todo el mundo, incluso a mí me sucede muchas veces. Hábitos que se han ido formando con el tiempo, toman fuerza, y uno los sigue haciendo aunque no le aporten mayor cosa.
Y por supuesto, no debemos olvidar cuestionarnos hacia dónde vamos. Qué son esos objetivos que perseguimos? A dónde queremos que nos lleve lo que estamos haciendo? Porque muchas veces uno está haciendo todo lo correcto… pero el objetivo que está persiguiendo, no le aporta valor!
En algún momento de mi vida, era muy aficionado de las noticias. Todas las mañanas corría a buscar el periódico, encendía mi computadora y cargaba tres o cuatro fuentes de información de internet. Al mediodía nunca me perdía las noticias, ni tampoco en la noche. “Es muy importante estar informado!”. Hacía todo lo posible por estar enterado de todos los temas que se hablaban en los canales locales, y lo lograba con mucha eficacia.
Pero luego un día, durante uno de esos momentos de cierre de proyectos y cambios en la vida, me pregunté… para qué? Estaba logrando muy bien estar enterado de las noticias… pero hacia dónde iba con eso? Ninguno de mis proyectos actuales me exigía conocer a la perfección cada tema discutido por los noticieros ese día. Ni tampoco veía ningún proyecto que me pudiera fijar, que lo requiriera.
Era un hábito. Algo que se había formado, y nunca había cuestionado, hasta ese momento.
El perseguir tantas noticias consumía mucho tiempo, que podía estar usando en otras cosas. Cosas más útiles para los objetivos que estaba buscando. Dejé de consumir tanta noticia, y me quedé con sólo algunas fuentes esenciales de información.
El dejar esas cosas no esenciales, que no nos aporta valor, nos permite dar más fuerza a caminar hacia los objetivos que tenemos… o a fijarnos nuevos objetivos y metas.
Cuando hacemos esas revisiones, quitamos cosas no esenciales, y se abre nuevo espacio para otros proyectos… ese es el momento para nuevas resoluciones y objetivos. Es un momento donde tenemos mayor claridad de pensamiento, donde hemos reflexionado y tomado decisiones. Y es el momento en que mejor podemos atender un nuevo rumbo que nos queramos fijar.
Muy diferente a un primero de enero, cuando tenemos mil cosas rezagadas y mil cosas nuevas encima!
Por eso no me gustan las resoluciones de año nuevo
Resoluciones de año nuevo? Si les gustan, está bien. Pero a mí en realidad no me generan mucho beneficio. Yo pienso que es mucho mejor buscar esos momentos naturales en nuestra vida, en donde podemos hacer espacio para nuevas metas, y usarlos para fijar nuevos hábitos y rutinas.
El cambio es importante, y quizás sea la única constante en la vida. Pero, lo mejor es guiarlo, para que aparezca en el momento en que mejor podamos atenderlo!