En algún momento, hace unos años, decidí de usar reloj, otro de mis experimentos en la búsqueda de una vida más simple y provechosa. Y tengo que admitir, que los resultados han sido interesantes!
Por qué ya no uso reloj?
Más que todo es por un asunto de conveniencia: en este momento estamos rodeados de relojes, no ocupamos uno más sobre nosotros. En cada esquina podemos encontrar la hora. O en nuestro celular podemos encontrar la hora.
Pero también, se vuelve un asunto de filosofía: tener un reloj generalmente uno lo llega a entender como un orden establecido. Ese aparato en nuestro brazo nos dice cómo movernos, y qué hacer en cada momento. Nos dice en qué momento tenemos que detener lo que estamos haciendo para empezar una nueva actividad. Es cierto, al principio es atractivo… una forma de mantener nuestra productividad y dar algo de orden al caos que nos rodea.
El reloj es un dispositivo que normaliza un poco la aleatoriedad de la vida, nos dice qué pasó, qué viene, y nos marca los pasos a seguir durante el día. Y así lo vi durante más de tres décadas: símbolo de orden, de lógica de secuencia. El fragmento de precisión en una vida que lo menos que es, es precisa!
Pero luego me di cuenta de otra cosa: la herramienta, con el tiempo, se vuelve limitación. Limitación, muchas veces sin sentido, sobre nuestra vida. La relación entre tiempo y valor es muy cambiante, y cuando uno se limita a lo que dice un reloj, se vuelve ciego a las oportunidades que se presentan de repente. Uno puede rechazar o cortar una actividad de mucho valor, simplemente por el hábito de que el reloj es quien manda! Cuántas veces cortamos un encuentro con alguien, una reunión donde estamos aprendiendo muchas cosas, o una actividad que nos está aportando mucho… simplemente porque “tenemos que irnos”. Por qué no decimos “seguiré un rato más”? Muchas veces es más por hábito, que por condiciones reales.
Y mejor ni empecemos a hablar de los «smart watch». Ahora resulta que nos inventamos una forma de permitir que el celular nos esté molestando, aún cuando lo tengamos fuera de vista, escondido en lo más profundo de una gaveta! Por tan solo $400 podemos tener interrupciones hasta cuando no queremos tenerlas… tremenda oferta!
Conforme fui simplificando mi vida, descubrí que usar un reloj todo el tiempo, en realidad no aportaba tanto valor. Era una cosa más por la cuál preocuparse, y que muchas veces no aportaba nada. La mayor parte de las veces, de hecho, era una distracción. Alguna vez se han dado cuenta que el tener ese reloj encima les da la posibilidad de estar viéndolo cada cinco minutos? Y de estar pensando en cuánto falta para el siguiente cambio de actividad? Uno no piensa en qué provecho le puede sacar a lo que se está sucediendo en el momento, sino que se queda pensando en cuánto falta que se acabe el tiempo. Pasamos de una mentalidad de abundancia (qué puedo obtener de lo que sucede) a una de escasez (se está acabando el tiempo) solo por andar ese reloj encima!
Les ha tocado encontrarse con alguien que les pregunta qué hora es continuamente, y de lejos se ve que está más preocupado por cuánto tiempo le queda a lo que está haciendo, que por la actividad misma?
Al final, no quería convertirme en esa persona. Ni quería estar atado a lo que dijera una pantalla digital el día entero.
Por eso, un día, dejé guardado mi reloj en una gaveta.
Y no se acabó el mundo.
Ni me siento horrible y estresado por no saber qué hora es en cada momento. Todo lo contrario, ahora me siento menos estresado y es mas fácil dirigir mi atención hacia lo que verdaderamente importa.
Y por primera vez en la vida, mi brazo tiene un color uniforme… ya no tengo una franja blanca en la muñeca que nunca recibe sol!
Si tengo un compromiso que cumplir, o es un día de esos de locos, por supuesto, no me voy por la libre. Dejo un recordatorio en mi computadora, una alarma en mi teléfono, algo por el estilo. Tampoco puede uno sumergirse en una actividad y darse cuenta que perdió una reunión importante programada, dos horas después!
Y si tengo necesidad de saber la hora, pues, la veo en mi teléfono. O se la pregunto a alguien. Después de todo, lo que ocupa este mundo es que la gente interactúe más cara a cara y menos con las pantallas, cierto?
Pruébenlo por un tiempo. Dejen el reloj. Guárdenlo en algún lugar de su casa, y que ya no esté permanentemente recordándoles del paso de cada segundo.
Puede que al final, lo disfruten, igual que yo.