Hace un tiempo ya que me embarqué en la aventura del minimalismo. Hice un cambio en mi vida buscando cada vez tener menos, y sobre todo, tener cosas que agregaran un valor real a mi vida. Al principio fue difícil, pero después fui viendo los beneficios del estilo de vida minimalista tanto sobre mi tranquilidad personal como sobre mi tiempo disponible. Y por supuesto, sobre mis finanzas.
Es algo muy diferente ver los resultados en un estado de cuenta mensual de un estilo de vida, que no le demanda a uno estar haciendo todo tipo de compras superfluas, impulsivas, para tener lo último que le ofrece a uno el comercio cada mes.
Una de las primeras cosas que hice al iniciar mi aventura minimalista fue una limpieza general de mi clóset, y de la ropa que tenía. Me deshice de todos aquellos objetos y artículos de ropa que tenían años de estar guardados en el clóset, sin que jamás los usara. Saqué unas 4 bolsas de basura llenas de ropa, la mayoría en perfecto estado, que terminé donando a otras personas que sí la necesitaban más que yo.
Me hizo falta toda esa ropa de la que me deshice?
Desde ese momento, que fue hace ya más de un año, no he tenido necesidad de comprarme ropa. Creo que lo único que he comprado desde ese entonces, es un par de medias para reemplazar unas que definitivamente habían llegado al final de su vida útil. Pero por el resto, los artículos de ropa que decidí verdaderamente agregaban valor a mi vida, me han servido durante todo este tiempo, día tras día, y no he tenido necesidad de agregar más ropa a mi clóset.
Lo cual es muy interesante ahora que reflexiono al respecto. Precisamente el miedo que tiene uno a la hora de vaciar el clóset es que todas esas cosas de las cuales se está deshaciendo, le van a llegar a hacer falta. Uno piensa que dentro de algunas semanas tendrá una necesidad, irá al clóset a buscar un artículo de ropa, y encontrará que en la locura del minimalismo uno se deshizo de él.
Pues, en mi caso no ha llegado a suceder. La ropa que me dejé, me sirve perfectamente bien para lo que ocupo todos los días. Y mejor aún: la ropa que me dejé realmente me es cómoda y funcional, ya no ando usando ropa incómoda simplemente porque “la tengo ahí y hay que usarla”.
Con un closet minimalista, la ropa se usa!
Otra cosa que noto después de haber realizado esta limpieza de mi clóset, es que los artículos de ropa que conservo tienen una rotación mucho más frecuente que la que tenían antes. En mi caso, quizás fui un poco extremo: me dejé suficiente ropa para tener que hacer un lavado general sólo una vez cada dos semanas… y no más que eso. El resto se fue donado a personas que le pudieran dar un mejor uso que el que yo le estaba dando.
Le da a uno mayor satisfacción, pienso yo, ver que todos los artículos de ropa salen de las gavetas, se usan, y nada se queda guardado por ahí, sin uso.
Y los artículos de ropa que llegan al final de su vida útil, es porque realmente llegaron a ese punto. No es que simplemente un día me cansé de verlos en la gaveta sin uso y me deshice de ellos. Ya eso, no ha vuelto a suceder.
Saber que toda la inversión que hizo uno en comprar esa ropa, y además toda la inversión que se hizo para fabricar esos artículos, se está aprovechando plenamente, le da a uno una gran satisfacción.
Así que si no han hecho el ejercicio de hacer una limpieza general de su clóset, y deshacerse de todos esos artículos que simplemente están ahí guardados y nunca usan, se los recomiendo. Y les recomiendo seguir buscando siempre que en sus closet estén únicamente aquellos artículos que las traigan verdadero valor y satisfacción al usarlos.